En las últimas semanas, la península ibérica ha sido testigo de un alarmante aumento en el número de incendios forestales. Con más de 135.000 hectáreas consumidas por las llamas, regiones como Castilla y León, Extremadura y Galicia se encuentran nuevamente entre las más afectadas. Sin embargo, el desastre no respeta fronteras y otras comunidades también sufren las consecuencias. La Agencia Estatal de Meteorología (AEMET) ha alertado que la ola de calor persistirá, intensificando aún más la crisis.
El escenario actual es sombrío: paisajes devastados, evacuaciones forzadas y pérdidas humanas son solo algunas de las trágicas realidades que enfrentamos. Tras una primavera inusualmente lluviosa que propició el crecimiento de material combustible, los ecosistemas se han vuelto cada vez más vulnerables. En este contexto de emergencia climática, donde la sequía agrava la propagación del fuego, los incendios son una consecuencia previsible.
Una crisis anunciada
La situación exige una reflexión profunda sobre nuestras políticas ambientales. No podemos seguir ignorando el impacto del cambio climático en nuestros bosques y ecosistemas. Es imperativo implementar políticas efectivas de prevención de incendios, así como medidas contundentes para descarbonizar nuestra economía y mitigar la crisis ecológica que enfrentamos.
El abandono institucional durante esta emergencia es inaceptable. Recientemente, bomberos y profesionales del sector han denunciado públicamente la falta de recursos y las condiciones laborales precarias e inseguras a las que están sometidos. Además, critican la negativa a llevar a cabo labores preventivas fuera del periodo estival. Desde Amigas de la Tierra expresamos nuestro apoyo a quienes luchan por proteger su entorno, especialmente a aquellos que arriesgan sus vidas en esta noble causa.
Afrontar el desafío
Ninguna comunidad autónoma ha aplicado hasta ahora la ley de 2024 destinada a mejorar las condiciones laborales de estos valientes trabajadores. La situación exige un compromiso real por parte de las autoridades para abordar no solo los efectos inmediatos del fuego, sino también sus causas subyacentes.
Es hora de actuar con determinación para evitar que estas tragedias se repitan año tras año.