comunidades indigenas

15/09/2025@14:08:56

La Cooperación Sur-Sur está transformando la vida de comunidades rurales en América Latina, destacando iniciativas en Colombia y Chile. A través de alianzas entre la FAO y países como Brasil, China y México, se están rescatando tradiciones agrícolas y mejorando el acceso a recursos esenciales. En Colombia, familias indígenas han revitalizado el cultivo del algodón utilizando prácticas sostenibles, mientras que en la Amazonía se han implementado sistemas de captación de agua potable que benefician a las comunidades. En Chile, productores rurales están aprovechando la digitalización para expandir sus mercados. Estas acciones demuestran cómo la solidaridad entre naciones puede impulsar un desarrollo más justo y sostenible.

Greenpeace ha publicado un informe titulado "Oro tóxico", que revela la devastadora realidad de la minería ilegal de oro en la Amazonía, donde se han destruido más de 4.000 hectáreas en los últimos dos años. A pesar de los esfuerzos del gobierno brasileño para combatir esta actividad, el informe indica que la minería ilegal sigue expandiéndose, afectando especialmente a los territorios indígenas Yanomami, Munduruku, Kayapó y Sararé. La investigación destaca un aumento del 93% en las actividades mineras ilegales en Sararé y señala discrepancias alarmantes en los datos sobre el comercio de oro entre Brasil y Suiza. Greenpeace advierte sobre el impacto ambiental y social de esta práctica, que amenaza la biodiversidad y las comunidades indígenas. La reciente decisión del Tribunal Supremo Federal de Brasil para exigir verificación del origen del oro es un paso positivo, pero se requieren medidas adicionales para asegurar una protección efectiva a largo plazo.

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La propuesta de Reglamento sobre deforestación, discutida actualmente por el Consejo de la UE y el Parlamento Europeo, debe exigir a las empresas que respeten los derechos de las comunidades indígenas y tradicionales sobre sus tierras, territorios y recursos o, de lo contrario, incumplirá sus objetivos. Así se manifiestan 191 organizaciones indígenas, ecologistas y de derechos humanos de 62 países en una carta abierta a las distintas instituciones de la UE.