El cambio climático se sigue acelerando: el pasado junio se alcanzó un nuevo récord en la concentración de CO2 respecto a los meses de junio anteriores, llegando a 416.39 partes por millón de CO2 en la atmósfera, 2.46 ppm más que en Junio de 2019 (1), agravando la crisis climática a la que nos enfrentamos. Según un informe publicado por Greenpeace en 2018 sobre el impacto de los incendios forestales en el cambio climático (2), algunos países no supervisan ni informan adecuadamente de las emisiones de gases de efecto invernadero producidas por los incendios forestales. El informe recoge las opiniones de expertos que señalan que estos incendios contribuyen enormemente al calentamiento global y, de seguir ignorando los impactos climáticos de los incendios, no conseguiremos el objetivo del 1,5°C, recogido en el Acuerdo de París.
BRASIL
En la región amazónica de Brasil, la llegada de la temporada seca está históricamente asociada a la temporada de ‘queimadas’, cuando empresas y colonos hacen uso del fuego para eliminar el bosque y dar paso a la agricultura, fundamentalmente pastos para ganado y cultivos de soja. En la Amazonia brasileña, entre el 1 de enero y el 30 de junio, los satélites registraron 7.903 incendios (focos de calor o hotspots), 914 de los cuales afectaron a tierras indígenas (11,5%) y 194 afectaron a espacios protegidos (2,4%). El número total de incendios en estos primeros 6 meses ha registrado una caída del 25,4% respecto al mismo periodo del año pasado (que podría ser debido al incremento de las precipitaciones medias entre enero y mayo); pero durante el pasado mes de junio el número de incendios alcanzó su punto más alto de los últimos 13 años (3). Y los datos de alerta del INPE (Instituto Brasileño de Investigaciones Espaciales) para 2020, indican que se espera que la deforestación sea aún mayor este año (4).
“En Brasil, los datos referidos al mes de junio y el número de focos de calor detectados por los satélites de seguimiento, auguran otro verano crítico que nos devuelve el sentimiento de vivir bajo una emergencia climática, donde las medidas tomadas por gobiernos y corporaciones son claramente insuficientes”, ha declarado Miguel Ángel Soto, portavoz de Greenpeace España.
Según datos históricos, durante esta estación seca, o estación de las queimadas, se produce también un repunte en el sistema brasileño de salud para tratar los problemas respiratorios derivados de las grandes nubes de humo que se forman en la región y que afectan a pueblos y ciudades. En el contexto de la actual pandemia, y dada las carencias en infraestructuras y acceso a centros de salud por parte de la población, esto puede suponer un agravamiento del impacto del coronavirus en la población más vulnerable.
RUSIA
En Rusia, la temporada de incendios de verano también ha comenzado con el aumento de la superficie afectada. A principios de julio la superficie total de incendios forestales activos ha alcanzado los 3,3 millones de hectáreas, afectando a áreas remotas del Lejano Oriente de Rusia y el noreste de Siberia: República de Saja (Yakutia), Chukotka, Kamchatka, la región de Magadán y la región de Krasnoyarsk.
El origen de este fenómeno ha sido una ola de calor que ha estado afectando a la mayor parte del Ártico durante el mes de junio. El día 20 de ese mes, el termómetro alcanzó los 37 ºC en Verkhoyansk, una de las ciudades más frías de la Tierra. En esta ciudad, la temperatura media en el mes de junio era ligeramente superior a los 13 ºC.
La extensa región rusa de Siberia está siendo transformada por el cambio climático. Se está calentando a un ritmo mucho más rápido que el resto del planeta. Esto está causando que el permafrost se derrita, creando unas condiciones perfectas para los mega incendios. Aunque las altas temperaturas y el clima seco no son el origen de los incendios, la sequedad del suelo y la vegetación, provoca que ésta sea muy inflamable, de modo que, en caso de ignicición, el fuego gana fuerza rápidamente y su extinción se hace más difícil.
INDONESIA
En Indonesia, tras identificarse más de 700 incendios forestales, el gobierno de la provincia de Kalimantan ha declarado la semana pasada el estado de emergencia, situación que durará hasta finales de septiembre (5).
Según el portavoz de Greenpeace Indonesia, Kiki Taufik, “los incendios podrían ser potencialmente más grandes y extenderse al subsuelo (turba) en zonas remotas, especialmente en las zonas quemadas en 2019 que aún no han sido restauradas. La nube de humo podría ser más espesa o similar a la del año pasado“.
Indonesia es el mayor productor mundial de aceite de palma y, cada año, los incendios están vinculados a las prácticas de tala y quema utilizadas para despejar las zonas de cultivo de aceite de palma. Los incendios en 2019 fueron particularmente dañinos, con 1,6 millones de hectáreas de bosques y turberas quemadas.
ESPAÑA
En nuestro país, Greenpeace España alertó la semana pasada, a través de un informe (6), que el abandono del medio rural está aumentando la vulnerabilidad de nuestros montes ante los incendios de alta intensidad.
“España es el segundo país con más superficie forestal de la UE. El abandono de tierras de cultivo y la falta de gestión de muchas masas forestales ha derivado en un paisaje altamente inflamable. En un contexto de cambio climático, si ese paisaje no lo gestionamos, lo hará el fuego de manera devastadora”, ha declarado Mónica Parrilla, responsable de incendios en Greenpeace España.
Precisamente, el pasado 2 de julio, la Agencia Estatal de Meteorología (AEMET), presentó su primer informe anual sobre el estado del clima en España (7), que concluye que el calentamiento se está acelerando, aportando datos realmente preocupantes:
- La temperatura en España ha aumentado 0.3ºC cada década desde los años 60
- La precipitación media anual España ha experimentado un moderado descenso en los últimos 50 años
- El año 2019 fue el segundo año más cálido en el mundo y el más cálido en Europa
- El último decenio, 2010-2019, ha sido el más cálido en la Tierra desde que hay registros
- Desde los años 80, cada década es siempre más cálida que la anterior
“Todo apunta a que este verano vamos a constatar nuevamente que nuestra casa se quema. No solo está más caliente, se quema. Los bosques, que deberían estar actuando como sumideros de carbono y mitigando el cambio climático, están ardiendo y emitiendo así grandes cantidades de gases de efecto invernadero, alejándonos todavía maś del objetivo del Acuerdo de París, de evitar que la temperatura del planeta aumente por encima de 1,5 ºC.” ha recordado Soto.