APNAL-Ecologistas en Acción de Vinaròs llevó a cabo una ruta didáctico-interpretativa que abarcó desde el barranco de l’Astor hasta la Foradada, en la Sierra del Montsià.
En el marco de la campaña “Conocer para respetar y proteger”, esta organización continúa su labor de acercar los valores naturales a la ciudadanía, promoviendo la educación ambiental centrada en el respeto al medio natural y la concienciación sobre la importancia de la biodiversidad.
Un recorrido por paisajes únicos
El pasado domingo 2 de marzo, un grupo de doce personas se aventuró hacia la sierra del Montsià, Tarragona, para explorar sus emblemáticos barrancos y cumbres. La ruta comenzó en el barranco de l’Astor, ascendió hasta la Foradada y descendió por el barranco del Lletí, regresando al punto de partida. Los asistentes disfrutaron de un paisaje excepcional y bien conservado.
La vegetación en el barranco de l’Astor se caracterizaba por su densidad y diversidad. Entre las especies más notables se encontraban los madroños (Arbutus unedo), que se mezclaban con durillos, encinas, robles y lentiscos. Durante el recorrido, también se visitó el Castañar de l‘Astor, donde varios castaños prosperan gracias a antiguas plantaciones realizadas por los lugareños en áreas con alta humedad.
Cambio en la flora y fauna
A medida que avanzaba la ruta hacia la Foradada, la vegetación experimentaba un notable cambio; predominaban los matorrales mediterráneos repletos de coscojos, romeros y tomillos. Este entorno es ideal para una variedad de aves, reptiles y mamíferos. Las melodías de currucas cabecinegras, verdecillos y mirlos acompañaron a los excursionistas durante su trayecto. En esta época del año, los caminos estaban adornados con narcisos silvestres (Narcissus assoanus y Narcissus dubius) en plena floración.
Desde la cima de la Foradada se podían apreciar impresionantes vistas del entorno circundante, especialmente del Delta del Ebro. Grupos de acentores alpinos (Prunella collaris) se acercaban a los humanos en busca de restos alimenticios. Además, las zonas rocosas ofrecían refugio a numerosas especies vegetales rupícolas como Antirrhinum, Saxifraga, entre otras. Este hábitat también es hogar de aves rapaces como el águila perdicera y el halcón peregrino.
Un itinerario enriquecedor
El descenso por el barranco del Lletí sumergió nuevamente al grupo en un denso entorno mediterráneo lleno de árboles autóctonos e incluso algunas especies raras como la adelfilla (Bupleurum fruticosum) o el tablero de damas (Fritillaria lusitanica).
A lo largo de este itinerario didáctico que abarcó 10 km, los participantes tuvieron la oportunidad de apreciar un paraje rico en biodiversidad y patrimonio arquitectónico tradicional. La experiencia les permitió reflexionar sobre la necesidad urgente de preservar estos espacios naturales y recordar cómo eran estas tierras antes, cuando aún existían cultivos activos y masías habitadas.