Aniol Esteban, jefe de Economía Ambiental de la NEF señala como causa un sistema basado en la necesidad constante e imperiosa de que cada ciudadano consuma al decir que nos encontramos en un sistema basado en un crecimiento infinito del consumo pero nuestro planeta es finito. Por ello señala que es necesario un cambio de modelo en el que no se dependa del crecimiento sostenido y casi exponencial del consumo, pero que al mismo tiempo sea capaz de generar empleo, dar garantías sociales, etc.
Sin embargo las soluciones que nos ofrecen parece más bien la lista de los buenos propósitos de fin de año: corregir los precios de manera que reflejen el coste real de la producción, es decir, encarecer los precios de las cosas que contaminan, desarrollar nuevos indicadores económicos para complementar el PIB porque si por ejemplo pescamos todos los peces del mar estaremos aumentando nuestro PIB pero a costa del PIB futuro que ya no dispondrá de esos recursos al no poder renovarse su stock.
Otras soluciones que proponen son crear un contexto en el que sea posible una actividad empresarial no sólo responsable a nivel social sino a nivel ambiental, que se reparta el trabajo entre la población… muchos deseos, difícilmente realizables y menos ahora.
Aun así, Esteban nos insta a tomarnos las cosas en serio porque si la crisis económica ha demostrado los riesgos y consecuencias de gastar más allá de lo que uno tiene, las consecuencias de consumir más allá de la capacidad del planeta pueden ser mucho mayores y peores. Podríamos quedarnos sin los ahorros que hasta ahora ha atesorado la Tierra.
Y es que tendríamos que vivir todos como un ciudadano medio de la India para que la población del globo consumiera sus recursos de forma sostenible hasta el día de tomarnos las uvas; mientras que si todos viviéramos como los estadounidenses necesitaríamos cinco planetas, es decir, habríamos entrado en déficit ecológico el 14 de marzo y si todos vivieran como en España, llevaríamos más de 5 meses en números rojos. Cada Español requiere 5.4 hectáreas de terreno para satisfacer todas sus demandas y necesidades muchas veces caprichosas de consumo, pero tan sólo dispone de 1.6 hectáreas, las 3.8 hectáreas restantes las está obteniendo a costa de la Tierra y del resto de sus habitantes.
Vivimos por encima de nuestras posibilidades no sólo económicas sino ecológicas.
El problema sigue siendo la gestión de los recursos. Los recursos renovables podrían darnos beneficios de forma indefinida a lo largo del tiempo, pero mal gestionados, corremos el riesgo de perder la gallina de los huevos de oro al poner en riesgo esta capacidad infinita de generar beneficios-señalan.
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