Unos investigadores de la Universidad de Yale han descubierto la huella gigante de Chelonoidis elephantopus en sus descendientes híbridos. Su investigación aparece publicada en la revista de “Current Biology”.
El investigador Ryan Garrick afirma a este respecto que se trata del primer descubrimiento de una especie mediante el seguimiento de la huella genética que han dejado en su descendencia híbrida.
Estas tortugas fueron encontradas originalmente en la isla Floreana, donde hasta hace poco se pensaba que desaparecieron poco después de 1835, momento en el que Darwin viajó en el Beagle a las Islas Galápagos. Sin embargo, es posible encontrar los genes de especies extintas en los genomas de ejemplares híbridos.
Este grupo de Yale ya había detectado antes vestigios de la tortuga extinta C. elephantopus en once individuos pertenecientes a otra especie, la tortuga C. becki, que habita en torno al volcán activo de la isla Isabela, lo que podría convertirlos en los últimos vestigios de una línea evolutiva única en la naturaleza.
¿Cómo se produjo este cruce? El equipo de Yale sospecha que ejemplares de la isla de Floreana pudieron ser trasladados al norte de Isabela años antes, dado que el movimiento de tortugas entre islas por los piratas o los balleneros que atracaban entonces en las islas no era algo raro.
Sin embargo, el hallazgo anterior llevó a Garrick y a sus colegas a observar con mayor detenimiento la población de unas 7.000 tortugas que habitan el volcán Wolf de la isla Isabela. La mayoría eran C. becki, pero tras analizar alrededor de 2.000 tortugas han encontrado suficientes evidencias para poder afirmar que la raza C. elephantopus no debe habar desaparecido, dado que comparando las tortugas vivas y especímenes procedentes de museos en 84 de los casos sólo serían justificables si uno de sus progenitores fueran de la especie perdida.
Cómo una aguja en un pajar
Garrick cree que los ejemplares de la raza pura existen en un número tan bajo que los investigadores darían con él si tienen una suerte increíble. Pero aún así, sus descendientes directos hibridos podrían tener la clava para la conservación de estas tortugas.
La hibridación normalmente es considerada como muy perjudicial para la conservación de la biodiversidad actual, dice Garrick. Pero sí se hiciera un esfuerzo intensivo de cría, en este caso, se podría lograr mediante hibridación resucitar una especie ya extinta.
Las tortugas de Galapagos han sido y son famosas por, entre otras cosas, su influencia en la teoría de la evolución de Darwin; sin embargo sus características ya son impresionantes por sí mismas: pueden llegar a vivir más que la inmensa mayoría de nosotros en plena naturaleza, pueden sobrepasar los 400 kg y medir casi dos metros. Han sobrevivido durante miles de años. Sin embargo, la llegada del hombre, como casi siempre, fue nefasta para ellas. Aún sobreviven trece especies, pero varias de ellas se consideran en peligro de extinción. Si hay una remota posibilidad de recuperar una de ellas, hay que intentarlo.
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