No es por falta de variabilidad genética

No es por falta de variabilidad genética

jueves 16 de octubre de 2014, 19:14h

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Según un estudio, la variabilidad genética en el lince ibérico no ha variado significativamente en los últimos 50.000 años. Esto prueba que las causas de su elevado riesgo de extinción, podrían deberse más a actuaciones humanas que a factores intrínsecos de la especie. Para combatir estas causas, se ha aprobado este viernes el tercer programa Life dedicado en exclusiva al lince. En Hora Punta te desgranamos las principales causas por las que un animal, como el lince, puede estar amenazado y te contamos las claves de este programa.

Algunos a menudo han criticado el tremendo esfuerzo que a todos los niveles se está realizando con la esperanza de poder salvar al lince ibérico. Muchos, creen que con la actual población que tiene, están prolongando su tiempo en la Tierra, sin que por ello vayamos a conseguir recuperarle.

Hoy queremos analizar los factores por los que un animal se puede encontrar en peligro de extinción.

Algunas de los principales factores que cumplen la mayoría de las especies en peligro de extinción son las siguientes: tener una distribución geográfica limitada, tener una o muy pocas poblaciones de tamaño pequeño, poblaciones de baja densidad, poblaciones que requieren mucho espacio para vivir, tener un tamaño corporal grande, tener poca capacidad de dispersión, tener migraciones estacionales o tener un nicho ecológico específico.

Miremos ahora las principales causas antrópicas y naturales: destrucción y fragmentación del hábitat, contaminación del hábitat por pesticidas u otras sustancias, sobreexplotación, introducción de especies exóticas, la difusión de enfermedades.

Cómo podemos ver, son muchas las características de las especies en peligro que cumple el lince ibérico y como sabemos muchas de las causas que he mencionado las sufren el lince.

El problema de cuando se combinan todos estos elementos, una especie puede verse metida en un vórtice de extinción y ser incapaz de sobrevivir, si no la ayudamos.

Si destruimos su hábitat y lo fragmentamos, mediante nuestro modelo urbanístico, lo obligamos a formar poblaciones pequeñas que tendrán que reproducirse entre sí, dando lugar a endogamia y aparición de defectos genéticos recesivos.

Sin embargo, afortunadamente, nuestro lince, a pesar de tener una variabilidad genética muy escasa, no ha perdido material genético en los últimos 50.000 años, a pesar de que el ser humano lo ha llevado al borde de la extinción en el último siglo. Esto es lo que han demostrado unos científicos españoles en colaboración con otros expertos de países como Dinamarca, Suecia o Reino Unido.

Los linces podrían decirnos “siempre hemos tenido poca diversidad genética, pero no es por eso por lo que estamos amenazados”.

Se ha intentado aliviar esta escasa diversidad genética trayendo ejemplares de Sierra Morena a Doñana, y cómo sabemos por una noticia publicada este verano ya ha habido partos procedentes de estos cruces.

En el artículo publicado en la revista Molecular Ecology, explican la metodología para este hallazgo. Se trata de un análisis genético del ADN mitocondrial (en una zona genómica altamente variable) de 51 restos de linces de diferentes zonas de España y de hasta 50.000 años. Los resultados son que la misma escasa diversidad genética presentaban los restos más antiguos que la población actual de la especie.

Normalmente se espera que, en una especie amenazada, cuánto más cercanos sean los restos, menos diversidad genética presenten y en este caso no ha ocurrido así, lo que los autores atribuyen a unas poblaciones de linces relativamente pequeñas a lo largo del tiempo.

Aunque esta diversidad genética limitada es poco común, también la comparten otros felinos y se debe a cuellos demográficos en algún momento de su historia, producidos por cambios ambientales dramáticos como los de la última edad de hielo o a la actividad humana, sostienen los científicos del Instituto de Biología Evolutiva.

Hemos de recordar, que algunas investigaciones han calculado que nuestra especie procede de la supervivencia de unos 200 ejemplares de Homo sapiens y no nos hemos extinguido.

Cristina Valdiosera, una de las investigadoras, concluye que por poseer escasa diversidad genética una especie no está condenada a la extinción. La situación del lince no debería suponer un obstáculo para las actividades de conservación, añade.

Actividades de conservación que han recibido un nuevo estímulo tras la aprobación del Programa Life “Recuperar la gama de distribución histórica del Lince Ibérico en España y Portugal 2011-2016” que cuenta con un presupuesto de más de 34 millones de euros, de los que casi 21 millones serán aportados por la Unión Europea.

Iberlince durará 60 meses-desde septiembre de este año hasta el 31 de agosto del 2016- y pretende como objetivo principal restaurar la distribución del Lince ibérico en Andalucía, Castilla-La Mancha, Extremadura y Portugal, recuperando los espacios que anteriormente había ocupado hace 40 años.

Otros objetivos prioritarios son reforzar los números de la especie, tanto en ejemplares como en poblaciones, creando corredores y pasillos naturales entre las mismas, introducir ejemplares en las poblaciones para aumentar la diversidad genética de las mismas, aumentar el porcentaje de supervivencia de las crías, aumentar el número de hembras de cada población, reducir en un 30% las muertes por atropello, en un 20% por furtivismo y en un 10% por enfermedades infecciosas.

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