Los conventos 'no son' nuestros

Los conventos "no son" nuestros

jueves 16 de octubre de 2014, 19:14h

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“Queridos religiosos y religiosas: los conventos vacíos no deben servir a la Iglesia para transformarlos en alojamientos y ganar dinero. Los conventos vacíos no son nuestros, son para la carne de Cristo, que son los refugiados”.

La Iglesia católica italiana es la mayor propietaria de la República Italiana pues entre conventos, templos y centros educativos o sanitarios posee entre el 20% y el 30% del patrimonio inmobiliario del país, en la mayoría de los casos exento de pagar impuestos que además determinadas órdenes han convertido en establecimientos hosteleros muy rentables.

De ahí que tengan mayor valor las palabras del papa Francisco durante su visita de este martes a un centro de ayuda a los refugiados gestionados por los jesuitas en Roma: “Queridos religiosos y religiosas: los conventos vacíos no deben servir a la Iglesia para transformarlos en alojamientos y ganar dinero. Los conventos vacíos no son nuestros, son para la carne de Cristo, que son los refugiados”.

Si durante su visita de julio a la isla de Lampedusa el Papa criticaba la globalización de la indiferencia —“¿quién de nosotros ha llorado por estos hermanos y hermanas que viajaban sobre las barcas, por las jóvenes madres con sus hijos?”—, en el centro Astalli cerró el foco y lo centró en la Organización que ahora lidera, la Iglesia: “Quizás hemos sido llamados a hacer más, acogiendo y compartiendo con decisión aquello que la providencia nos ha dado. El Señor llama a vivir con generosidad y coraje la acogida en los conventos vacíos. Cada día, aquí y en otros centros, muchas personas, sobre todo jóvenes, se ponen en fila para una comida caliente. Estas personas recuerdan el sufrimiento y el drama de la humanidad. Pero esa fila nos dice también que hay que hacer algo, ahora, todos… ¡Es posible! Basta con llamar a la puerta y decir: estoy aquí, ¿cómo puedo ayudar?”.

El Papa acudió a este centro de ayuda a los refugiados —contiguo a la Iglesia de Jesús, donde está enterrado el fundador de los jesuitas, San Ignacio de Loyola— en un coche pequeño, sin la comitiva hasta ahora habitual de escoltas y sirenas y tras visitar el comedor en el que cada día se atiende a unas 500 personas, el Papa Francisco se dirigió a los refugiados: “Muchos de vosotros sois musulmanes, venís de otros países, de situaciones distintas. No tenemos miedo a la diferencia”.

El papa argentino también tuvo un recado para las autoridades: “La misericordia requiere justicia. Solo a través de la justicia se puede lograr que el pobre encuentre el camino para no serlo más. La Iglesia, la ciudad de Roma, las instituciones tienen que unirse para que nadie tenga más necesidad de un comedor social, de un alojamiento, de un servicio de asistencia legal para ver reconocido el propio derecho a vivir y trabajar, a ser plenamente persona”.

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