Los cajeros victimas del sistema

Los cajeros victimas del sistema

jueves 16 de octubre de 2014, 19:14h

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Ir a trabajar a Bankia se ha convertido en una tortura diaria. Las mismas quejas, la letanía de reproches, los 'me has engañado, me has estafado' y las amenazas que van subiendo de tono… y los que las reciben no tienen la culpa.

El pan de cada día de muchos trabajadores de cajas que vendieron preferentes a sus clientes llega muchas veces hasta el: "Si pierdo el dinero, vengo aquí y me lío a tiros".  

La situación ha llegado a tal extremo que, al día siguiente de entrar Miguel Blesa en prisión por segunda vez, "se pidió a las sucursales un informe con las amenazas e intimidaciones realizadas por clientes", explica un trabajador de Bankia y la antigua Caja Madrid. "Los ánimos están muy caldeados y la gente está muy nerviosa", cuenta este empleado que reconoce que desde que empezó la crisis de las preferentes es la primera vez que han enviado "esta información a la central".

Muchos empleados de banca ya no saben ni qué decir a sus clientes. Como otra compañera, que se ha quedado sin palabras. Hace tiempo que se le acabaron las respuestas. ¿Cómo explicarle a su padre que ha perdido los ahorros de toda una vida? ¿Cómo decirle a uno de sus mejores clientes que las acciones de Bankia valen ahora 70 céntimos? Y muy especialmente cómo explicar  a los compradores que van a perder la mayor parte de su inversión que el banco haya recibido ayudas públicas.

Muchos de los cajeros nunca imaginaron que fuese a vivir una situación así. Durante años, los trabajadores de Bankia comercializaron las preferentes sin ningún problema. Era el producto estrella, el que muchos recomendaban a sus mejores clientes, a sus amigos y hasta a sus propios padres. "Nunca tuvimos sensación de que se corriese ningún peligro. Era la cuarta vez que se suscribían participaciones de preferentes. En 15 días se agotaron. Lo único que le explicábamos a los clientes era que el riesgo podía ser la quiebra de Cajamadrid y a nosotros ni se nos pasaba por la cabeza que la caja pudiese quebrar", dicen.

Y es que ellos como muchos otros empleados de banca, se siente indefensos, abandonados e incomprendidos. A otros compañeros les llegan también  las amenazas hasta el teléfono de casa hasta el punto de recibir incluso denuncias por la venta de un producto que era completamente legal. 

"La gente te pedía el producto. Te daban un 7% de interés y eso le gusta a todo el mundo"-dicen. Nunca pensamos que "la caja iba a caer"-dice otro. A su juicio, "estaría bien que Bankia sacara las cifras de cuántos trabajadores han comprado preferentes y acciones porque en el caso de las acciones, hubo presiones y hubo quien tuvo que pedir un préstamo para comprar. En el banco o en la caja te decían: ¿qué pasa que no confías en tu empresa?"- pero eso nadie lo tiene en cuenta.

"Ni la Comisión Nacional del Mercado de Valores (CNMV) ni el Ministerio de Economía ni el Banco de España dijeron nunca nada. Era un producto que estaba autorizado. Si pensaban que era peligroso, ¿por qué dejaron que se comercializara? Las preferentes tenían todas las bendiciones del cielo y ahora parece que nos las hemos inventado cuatro empleados de caja", se quejan muchos empleados. "Quizá habría que buscar a los culpables más arriba", señalan.

Pero los de arriba no tienen que lidiar con la agresividad de los clientes hacia los trabajadores de los bancos que va en aumento. Hace unos días, un policía local de Valencia fue detenido tras haber apuñalado a un trabajador prejubilado de Bankia, al que habría comprado preferentes y al que culpabilizaba de su mala situación económica.

"Ojalá me equivoque pero lo que pasó en Valencia no va a ser un caso aislado. Los clientes están desesperados, se les está llevando al límite y pueden reaccionar de cualquier manera", asegura otro trabajador de Bankia.

'Liarse a tiros'

Tampoco fue una sorpresa para muchos de los que sufren estas amenazas lo que ocurrió en Valencia. "En mi sucursal tenemos un cliente mayor que ya nos ha amenazado varias veces con que se va a liar a tiros". Ahora los compañeros prefieren salir a tomar café acompañados y más de uno lleva meses con el lexatín a cuestas. "Lo peor es que no ves el final del túnel". Cree que cuando termine el proceso de arbitraje y ya le gente vea el dinero que ha perdido, "la situación se tensará aún más con los trabajadores"- unos trabajadores que son víctimas de la situación y no verdugos.

Estos días están siendo especialmente duros en las sucursales. Las acciones de Bankia que se han desplomado hasta los 57 céntimos (ahora están 70), con lo que algunos preferentistas que han vendido sus acciones ya han perdido en torno a un 70% de su dinero, entre la quita y la caída de las acciones, lo que les enfada aún más. A algún empleado ya le han amenazado con buscarle "para partirle las piernas" e incluso el director de una sucursal tuvo que escuchar: "Ponte el cuello alto no te vayamos a hacer a ti lo mismo que al de la oficina de Paterna" (en referencia al apuñalamiento de Valencia).

Lo peor es que como señalan los propios cajeros "hay gente que se está forrando con las acciones de Bankia mientras los preferentistas están perdiendo su dinero". Y es que para todos los cajeros, la ira y el enfado de los clientes es totalmente comprensible, pero es "inaceptable que lo paguen con la violencia psicológica e incluso física a los empleados, que no tienen ningún respaldo de la entidad".

"¿Dónde están los sindicatos?", pregunta Juan. "Cuando le comentas a un jefe lo que te ocurre sólo te responde: 'estate tranquilo'". Algunos están incluso amenazados por sus propios familiares, a los que también vendieron el producto estrella. "Estábamos convencidos de que lo que vendíamos era positivo para el cliente", se defienden.

La esperanza del arbitraje

Algunos compañeros se tienen que mudarde localidad ante la presión ejercida por parte de los clientes. "Nosotros también somos accionistas del banco y lo hemos perdido todo. Si lo hubiésemos sabido, no hubiésemos puesto nuestro dinero ni el de nuestra familia", se lamentan, mientras se marchan.

Los clientes confiaban en que cuando el banco fuese nacionalizado iban a recuperar su dinero. Han esperado a última hora un arreglo en condiciones y ahora ven que no, que tienen una quita del 35% y que cuando vendan las acciones pueden perder el doble" dicen angustiados.

Y aunque algunos admiten que recibían muchas presiones de la dirección para vender las preferentes con el fin de que la entidad tuviese liquidez, muchos consideran que vendieron un producto que daba una rentabilidad del 7% y que, luego, se cambiaron las reglas del juego sobre la marcha. Ni ella ni muchos de sus compañeros sospechaban en el peor de sus temores que el mercado secundario se iba a cerrar y que la Troika iba a obligar a un canje de las preferentes con una quita del 38%.

La única esperanza que les queda a muchos está en el proceso de arbitraje que ha abierto Bankia y que ya ha recibido 104.567 solicitudes. De momento, ya  hay 21 preferentistas que han logrado recuperar su dinero.

Mientras tanto, los empleados de banca sólo esperan que la pesadilla termine. Han pasado de estar bien considerados socialmente a ser unos apestados, de ser apreciados por los clientes a odiados por la mayoría de la población y repudiados por todos sus familiares y amigos a los que "convencieron" para apostar por un producto del que ni ellos mismos sabían sus complejidades.

Porque me niego a pensar que estos cajeros que incluso aconsejaron a sus amigos y parientes que comprasen este producto, supieran siquiera de las condiciones en las que jugaban las preferentes, más bien, creo que les dijeron lo que tenían que vender sin explicarles en qué consistía el producto para así lograr incrementar la liquidez de los bancos o cajas gobernadas por amigos de los políticos,algunos de ellos sin ni tan siquiera la formación necesaria. Pero ellos no se enfrentan a estas situaciones, los cajeros mileuristas si. Son víctimas de la situación, aunque para muchos sean los verdugos.

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