Un Maduro 'paranoide' se excusa ante su pueblo

Un Maduro "paranoide" se excusa ante su pueblo

jueves 16 de octubre de 2014, 19:14h

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Maduro, hijo político de Chavez, a cuyas hijas está metiendo en política, sigue los mismos guiones que usara su predecesor para alejar la atención de otros asuntos. En este caso de la quebrada economía.

Los hijos de Hugo Chávez están resultando ser bastante obedientes porque siguen el mismo guión que escribiera el fallecido comandante. Si el miercoles Diosdado Cabello, el presidente de la Asamblea Nacional, apenas boceteó la reacción que tendría Caracas de la reunión entre el líder opositor Henrique Capriles y el presidente Juan Manuel Santos, en la que le pidiera que no abandone a su suerte a Venezuela, este jueves el presidente Nicolás Maduro completó la pintura con acusaciones gruesas sorpresivas y mediáticas para los chavistas en lo que representa la primera gran crisis política desde 2010 entre los estados de Colombia y Venezuela.

Es el mismo truco que en momentos de tensión política utilizara Chavez, acostumbrado a enviar a sus ministros como teloneros para ambientar su posterior presentación en tonos enfadados. “Se ha violado el acuerdo de Santa Marta”, tronó el iracundo Maduro, en un tono y forma perfectamente calcado al del comandante, la noche del jueves desde Maracay, Estado de Aragua, donde celebraba una jornada del llamado Gobierno de calle. “El presidente Chávez lo respetó impecablemente y Santos hasta hace muy poco”.

El jefe de Estado venezolano se refería con estos términos a la primera cita entre los líderes de ambos países tras el cambio de Gobierno colombiano en 2010. Pero antes de profundizar en lo que calificó como “una puñalada por la espalda a Venezuela” por parte de su homólogo, Maduro hizo un largo inciso para denunciar que, una vez más y no sabemos cuántas van ya, su vida estaba en peligro.

“Hay un grupo de expertos dirigidos por Roger Noriega -exsecretario de Estado asistente de EE UU durante el gobierno de George W. Bush- que se están preparando para venir a Venezuela para inocularme un veneno, no para que me muera en un día, sino para que me enferme en el transcurso de los meses”. Luego, con la voz quebrada, agregó: “Ellos no lo van a lograr porque yo voy a vivir muchos años y voy a ser presidente de este país por muchos años también”- y ahí el público enloqueció, como hiciera antes con el comandante con anuncios similares y en similares términos.

Los expertos en el veneno mortal habrían llegado a Colombia, donde "todo el Estado" se habría puesto de acuerdo para derrocarlo-decía en un tono cercano a la paranoia. Durante el día, en varias alocuciones televisadas había denunciado "una operación psicológica" y un plan de "sabotajes a la economía" que achacaba a Colombia y Estados Unidos, lo que le permitiría excusarse de todo aquello que no funciona en su patria, que tiene que depreciar la moneda o se queda sin enseres básicos como vino o papel higiénico.

Fue la declaración más llamativa dentro de una serie de comentarios que el jefe de Estado hizo a propósito de la visita de Henrique Capriles a Bogotá. Maduro profundizó en las reacciones de los portavoces del llamado Alto Mando Político de la Revolución Bolivariana, que la víspera anunciaron que estudiarían el alcance del papel de Venezuela como acompañante del diálogo que mantiene en La Habana la guerrilla de las FARC y el Ejecutivo colombiano- amenazando como siempre.

Maduro resiente que Santos haya conversado con Capriles porque este se niega a reconocerle como mandatario por la más que cuestionada ventaja obtenida en las elecciones del 14 de abril, que  según la oposición se habría obtenido tras un proceso electoral amañado y ventajista.

Ha sentido que la fotografía que encabeza la primera página de los diarios locales –en la que se ve a un sonriente Santos estrechando la mano del líder opositor- y las conversaciones con los parlamentarios colombianos traicionan la memoria de Hugo Chávez, el gran facilitador detrás del proceso que ahora se está llevando a buen término en Cuba, y a los esfuerzos que él mismo ha hecho por alcanzar la paz en Colombia desde que era canciller. Por esa razón el presidente venezolano asegura que ha perdido la confianza en su par e incluso “duda de sus intenciones para hacer la paz”.

A continuación enumeró detalles de la incorporación de Caracas a las reuniones de La Habana en un claro intento de dar a entender que las cosas buenas que ocurren son porque ellos las hacen ocurrir y que ellos siempre son las victimas pero nunca los verdugos. Para ello se remontó a los fallidos intentos del expresidente Uribe por alcanzar la tregua con la guerrilla. Maduro reveló que tras la Cumbre Iberoamericana de 2007, celebrada en Santiago de Chile, famosa por aquel cruce entre Hugo Chávez y el Rey Juan Carlos, Uribe pidió al mandatario venezolano que se internara en las montañas de Colombia para reunirse con Manuel Marulanda y así gestionar un acuerdo humanitario con las FARC para intercambiar policías, militares y políticos secuestrados por guerrilleros presos. Según Maduro, otra vez paranoide, todo formaba parte de un plan para asesinar a Chávez.

La propuesta había salido de una reunión previa en el palacio de Miraflores entre el líder bolivariano y la senadora Piedad Córdoba con los guerrilleros Iván Márquez y Rodrigo Granda. A mediados de noviembre Uribe desautorizó las diligencias de Chávez tras una supuesta falta a los términos de la mediación acordada en Chile. Casi dos meses después Venezuela obtuvo la liberación de Clara Rojas y Consuelo González.

Maduro hizo todo este largo circunloquio completamente innecesario para explicar la razón de su molestia. Y es que en su opinión, resulta inaceptable que la oposición viaje a Colombia para decir que el actual Gobierno es ilegítimo porque cometió un fraude. ¿Eso es amistad política sobre todo cuando nos estamos jugando el pellejo por lograr la paz en Colombia?, se preguntó el Presidente. Todo esto para al final de su intervención, mostrar su magnanimidad y demandar a Colombia “que rectificara a tiempo. Mientras tanto seguiremos evaluando nuestra participación en el acuerdo y toda la relación bilateral”.

Desde Bogotá, en una actitud bastante más propia de estados civilizados, han prometido no responder a través de los micrófonos, como siempre hacen en Venezuela, sino “de manera directa”, tal y como informó la canciller María Ángela Holguín.

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