Sentencia ejemplar y ejemplarizante

Sentencia ejemplar y ejemplarizante

jueves 16 de octubre de 2014, 19:14h

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Un matrimonio de ancianos octogenarios es noticia hoy ante su caja de toda la vida, a la que llevaron allí sus primeros ahorros a los 16 años.

Entonces, ni después podrían imaginar lo que harían con su confianza: tirarla, vendiéndoles preferentes. Pero, la justicia ha puesto en su sitio las cosas.

Afortunadamente para ellos, el Juzgado de primera Instancia de su localidad, les ha dado la razón en la demanda que habían interpuesto por la comercialización de diferentes emisiones de participaciones preferentes.

Allá por 2002, cuando las participaciones preferentes eran un producto todavía destinado principalmente a los inversores cualificados y no a minoristas, desde Caixa Layetana (ahora Bankia) se les recomendó invertir en este activo de alto riesgo y el matrimonio, entonces de 70 y 71 años, siguió el consejo de la Caja de toda la vida y destinó 30.000 euros a un producto sobre el que no habían oído ni hablar, pero del que desde su oficina les aseguraban que era similar al depósito tradicional.

En 2011 todos los bancos y cajas ya se habían lanzado a fortalecer sus balances a costa de los ingenuos pequeños ahorradores (ancianos y jóvenes o adultos inexpertos) con la venta de preferentes. Era cuando ya habían surgido los primeros fiascos con este producto, pero el matrimonio de Mataró, confiando una vez más en el consejo de sus asesores bancarios, invirtieron 6.000 euros en preferentes.

Esta operación, sin embargo, tuvo sensibles diferencias con respecto a la efectuada nueve años atrás pues primeramente el marido llevaba diagnosticado de Alzheimer desde 2.004 y se encontraba en una fase avanzada de la enfermedad o tan avanzada como para se quedara fuera del despacho donde recibieron a su mujer a pesar de que parte del dinero que se iba a invertir era de su propiedad.

Pero no sólo eso, como consecuencia de la entrada en vigor de la normativa europea MiFid, a la señora se le tuvo que realizar un test de conveniencia, en el que quedo patente que el perfil de la señora no encajaba, ni de lejos, con el perfil de riesgo y los conocimientos financieros que se requieren y requerían entonces para poderle vender este producto ahora tan odiado por todos.

Esta situación, lejos de desalentar a los asesores para aconsejarles el producto, ni siquiera fue un obstáculo, pues la mismísima subdirectora de la oficina sin consultarlo con terceros ni dejarle tiempo para reflexionar la decisión, todo según el relato del auto judicial forzó a la anciana a firmar un contrato en el que ni siquiera le indicaban los principales riesgos del ahora conocido producto.

En declaraciones al juez, la empleada de la entidad admitió que en ese momento ni ella misma sabía cuáles eran las diferencias fundamentales entre un depósito y una preferente, lo cual, si hubiera actuado mínimamente según su conciencia, debería haberla obligado a replantearselo.

Por todo ello, el juez obliga a Bankia en su sentencia a devolver la inversión realizada en 2002 y 2009 al matrimonio, además de pagarles los correspondientes intereses. Asimismo, condena duramente a los empleados de la entidad por su comportamiento con la persona enferma de alzhéimer.

“Es difícil entender cómo gente mayor, ahorradores tradicionales de toda la vida, esencialmente preocupados a determinada edad por poder tener siempre disponibles sus ahorros (…) pueden libre y voluntariamente suscribir un contrato de operaciones financieras complejas”, explica la sentencia.

Me quito el sombrero. Esta actitud demuestra la bajeza moral de las personas en las que hasta ahora, confiábamos nuestros ahorros. No valen presiones ni excusas ante comportamientos así. Si algo hay que repugna a la sociedad, es que se aprovechen de la tercera edad, pues todos llegaremos a ella.

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