Investigadores suecos, para llevar a cabo este estudio, analizaron resultados de varios tipos de parejas cuya fertilización in vitro (FIV) fracasó: parejas cuyo FIV resultó en hijos, parejas que decidieron adoptar tras el fracaso de la FIV y parejas sin problemas de fertilidad.
Para obtener los resultados, se midió la calidad de vida entre casi un millar de hombres y mujeres que participaron en el estudio, basándose en datos como bienestar psicológico y sensación de conexión.
La calidad de vida fue más alta entre las parejas que adoptaron niños tras una FIV fracasada, y más baja entre las parejas que siguieron sin hijos tras el fracaso de su FIV.
Esto muestra que la calidad de vida se relaciona fuertemente con los hijos, independientemente de si son resultado de embarazos espontáneos, adopción o hijastros.