Un estudio del CREAF y la UAB revela que los árboles con hojas finas y raíces fuertes están ganando terreno en España debido al cambio climático y el abandono rural. Analizando 25 años de datos sobre 445 mil árboles en la península Ibérica, se observa un aumento en la densidad forestal y un cambio en la distribución de especies. Especies como el pino carrasco y el alcornoque prosperan en climas más cálidos, mientras que otras, como el aliso común, disminuyen. Este estudio proporciona información crucial para entender cómo podría cambiar la biodiversidad forestal en el futuro y sugiere que las características adaptativas de las especies son clave para su supervivencia ante condiciones climáticas cambiantes.
Un reciente estudio publicado en el Journal of Ecology, liderado por el CREAF y la Universitat Autònoma de Barcelona (UAB), ha analizado la evolución de 445 mil árboles en la península Ibérica durante un periodo de 25 años. La investigación revela que la combinación del cambio climático y el abandono rural está alterando la distribución de ciertas especies arbóreas, especialmente aquellas que se encuentran en los límites de sus tolerancias térmicas.
Bajo la dirección del investigador Josep Padullés, del Departamento de Biología Animal, Biología Vegetal y Ecología de la UAB, el estudio examina cómo el abandono de tierras agrícolas y forestales, junto con las variaciones climáticas, afecta a las especies arbóreas en áreas donde las condiciones extremas son cada vez más frecuentes.
Los resultados indican un aumento general en la densidad forestal en toda la Península, atribuible al abandono agrícola y silvícola experimentado en las últimas décadas. Este fenómeno permite una recuperación de los bosques, aunque con una nueva distribución de especies debido al impacto del cambio climático.
Las especies que presentan características como raíces fuertes o hojas fáciles de producir son las que están mostrando una mayor expansión. Por ejemplo, en regiones cada vez más calurosas y secas, se observa un incremento del pino carrasco (Pinus halepensis) y el alcornoque (Quercus suber), mientras que especies asociadas a ecosistemas ribereños, como el aliso común (Alnus glutinosa), están disminuyendo debido a su incapacidad para adaptarse a las nuevas temperaturas. En contraposición, algunas especies como el haya (Fagus sylvatica) están proliferando en áreas más frías y húmedas.
"Cada especie de árbol puede vivir dentro de un rango específico de temperatura y sequedad; si se supera ese umbral, no puede crecer", explica Padullés. En este sentido, menciona que con el aumento global de las temperaturas, es probable que estas condiciones cambien significativamente.
El estudio proporciona información valiosa sobre cómo podrían transformarse los bosques en el futuro. Zonas que se vuelven más áridas podrían perder biodiversidad asociada a ambientes húmedos, lo que podría incrementar también el riesgo de incendios si las especies dominantes resultan ser más inflamables.
La investigación también ha identificado rasgos específicos que permiten a ciertos árboles adaptarse mejor a condiciones áridas o húmedas. En ambientes secos, las especies con raíces grandes y gruesas tienen ventaja porque pueden acceder a capas más profundas del suelo para obtener agua. En zonas frías, las hojas finas son cruciales para captar luz y realizar fotosíntesis eficientemente.
A medida que algunas regiones se calientan y secan, especies cercanas a su límite climático enfrentan mayores dificultades para sobrevivir. Sin embargo, otras como el pino carrasco están prosperando gracias a su resistencia a la sequía. En áreas más húmedas, se ha observado un crecimiento inesperado en ciertas especies planifolias como el haya y el roble de hoja ancha.
El equipo investigador analizó datos provenientes de dos periodos distintos (1986-1996 y 2008-2019) abarcando 21.717 parcelas forestales. Este enfoque permitió evaluar si hay cambios significativos en la abundancia de especies arbóreas situadas al límite de sus distribuciones climáticas.
"Este análisis nos ayuda a discernir entre el efecto del cambio climático y el aumento generalizado de masa forestal por abandono rural", puntualiza Padullés.
Aparte del propio Padullés, también han contribuido al estudio los investigadores Javier Retana del CREAF y Albert Vilà-Cabrera asociado a la Universidad de Stirling en Reino Unido. De cara al futuro, Padullés indica que continuarán investigando cómo interactúan el abandono forestal y el cambio climático con las características específicas de cada especie arbórea.
Cifra | Descripción |
---|---|
445,000 | Número de árboles analizados |
25 años | Duración del estudio |
70 | Número de especies consideradas |
21,717 | Parcelas analizadas |
El estudio ha analizado 25 años de evolución de 445 mil árboles en la península Ibérica, enfocándose en cómo el cambio climático y el abandono rural están afectando la distribución de ciertas especies arbóreas.
En zonas más calurosas y secas, están ganando terreno el pino carrasco (Pinus halepensis) y el alcornoque (Quercus suber), que son tolerantes a temperaturas y sequedad más altas.
Las especies asociadas a bosques de ribera, como el aliso común (Alnus glutinosa), están disminuyendo porque ya estaban cerca de su límite térmico y no pueden sobrevivir con el aumento de temperatura.
El abandono agrícola y silvícola ha permitido una mayor densidad forestal, lo que facilita la recuperación de los bosques, aunque con una nueva distribución de especies debido al impacto del cambio climático.
Los árboles con raíces más grandes y gruesas tienen ventaja en ambientes secos, mientras que aquellos con hojas finas son más adaptables a zonas frías, ya que pueden captar mejor la luz para la fotosíntesis.
Los resultados ayudan a entender cómo podrían cambiar los bosques del futuro, lo cual es crucial para gestionar mejor el territorio y prever cambios en biodiversidad y riesgo de incendios.