Investigadores de la Universidad de Las Palmas de Gran Canaria (ULPGC) y del CSIC han publicado un artículo en The Conversation sobre la importancia de la Antártida en las corrientes oceánicas y su impacto climático. Marina Gutiérrez, Borja Aguiar y Marta Umbert analizan cómo la proyección de Spilhaus resalta el papel central del continente helado en la circulación termohalina, que redistribuye el calor en el planeta. Este estudio es crucial para entender cómo el calentamiento global afecta estas corrientes y, por ende, el clima terrestre. La investigación destaca que el deshielo antártico altera la densidad del agua, lo que repercute en las corrientes oceánicas esenciales para el equilibrio climático.
Investigadores de la ULPGC y el CSIC destacan la relevancia de la Antártida en las corrientes oceánicas
Un grupo de investigadores, compuesto por Marina Gutiérrez, doctoranda en Oceanografía y Cambio Global de la Universidad de Las Palmas de Gran Canaria (ULPGC), el profesor Borja Aguiar, y la oceanógrafa del CSIC Marta Umbert, ha publicado un artículo en la plataforma de divulgación The Conversation. El texto, titulado “La Antártida, donde el agua de los océanos se hunde”, explora el papel crucial que desempeña este continente helado en las corrientes oceánicas y su impacto en el clima global.
Los autores del artículo adoptan una perspectiva poco convencional al utilizar la proyección de Spilhaus, creada en 1942 por el cartógrafo sudafricano Athelstan Spilhaus. Esta representación coloca a la Antártida en el centro del mapa, lo que permite visualizar su importancia central y su lejanía respecto a otros continentes. En esta proyección, los tamaños de los continentes pueden perder proporcionalidad, siendo representados a veces solo por sus costas.
Esta forma única de representar el planeta facilita la comprensión de “la continuidad y conexión entre las masas oceánicas” y subraya cómo el deshielo en la Antártida afecta a todo el sistema climático. Los océanos cubren aproximadamente el 71% de la superficie terrestre y están interconectados, desempeñando un papel fundamental en la regulación del clima.
La investigación destaca que la Antártida está rodeada por el Océano Austral, que incluye la Corriente Circumpolar Antártica (ACC). Esta corriente conecta tres océanos: Atlántico, Índico y Pacífico. La ACC es parte del sistema conocido como “circulación termohalina”, donde las corrientes superficiales cálidas se dirigen hacia los polos mientras que las frías descienden hacia el ecuador. Este proceso comienza en los mares de Ross y Weddell.
La formación de aguas profundas se asemeja a una cascada submarina lenta: “el hundimiento ocurre debido a diferencias de densidad entre las aguas superficiales y las profundas”. Esto implica que las aguas polares, al enfriarse y aumentar su salinidad, se vuelven más densas y se hunden, generando un movimiento que redistribuye calor desde las zonas ecuatoriales hacia latitudes más altas. Este fenómeno es esencial para entender cómo funciona nuestro clima actual.
Los investigadores también subrayan cómo el calentamiento global está alterando estas corrientes oceánicas. El aumento de temperaturas provoca una reducción en la formación de hielo marino, lo cual afecta directamente a la densidad del agua. Esto tiene repercusiones significativas en las corrientes oceánicas y, por ende, en el clima mundial.
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Los autores del artículo son Marina Gutiérrez, doctoranda en Oceanografía y Cambio Global de la ULPGC, Borja Aguiar, profesor de la misma universidad, y Marta Umbert, oceanógrafa del CSIC.
El artículo fue publicado en la plataforma de divulgación The Conversation.
El artículo utiliza la proyección de Spilhaus, que coloca a la Antártida en el centro del mapa, permitiendo apreciar su papel central en las corrientes oceánicas y su impacto en el clima.
La circulación termohalina es un sistema donde las corrientes superficiales cálidas se mueven hacia los polos y las corrientes profundas frías se dirigen hacia el ecuador. Comienza en la Antártida y es crucial para la redistribución del calor en el planeta.
El calentamiento global reduce la cantidad de hielo que se forma y altera la densidad de las masas de agua, lo que repercute inevitablemente en las corrientes oceánicas.