Una representante de Kiribati, Oemwa Johnson, expone en la Asamblea General las graves consecuencias de los ensayos nucleares realizados en su país entre 1957 y 1962, destacando problemas de salud heredados por los supervivientes. La alta representante para Asuntos de Desarme, Izumi Nakamitsu, enfatiza que estos ensayos han dejado heridas humanas y medioambientales duraderas. Se hace un llamado urgente a todos los Estados Miembros para que ratifiquen el Tratado de Prohibición Completa de los Ensayos Nucleares, subrayando la necesidad de una moratoria global sobre estas prácticas destructivas. Las islas del Pacífico no eligieron ser un laboratorio de destrucción, y el sufrimiento infligido es parte de una historia más amplia de dominación colonial.
Durante la conmemoración del Día Internacional contra los Ensayos Nucleares, la alta representante para Asuntos de Desarme, Izumi Nakamitsu, enfatizó que los ensayos nucleares no deben ser utilizados como herramienta de disuasión ni bajo el pretexto de la ciencia. “Las consecuencias de los ensayos nucleares son indiscriminadas y duraderas. Han dejado heridas humanas, medioambientales y morales que nunca podrán curarse por completo”, afirmó.
Nakamitsu hizo un llamado a mantener una moratoria mundial sobre estos ensayos hasta que entre en vigor el Tratado de Prohibición Completa de los Ensayos Nucleares. Además, destacó la reciente creación de un grupo científico independiente para estudiar los efectos de una guerra nuclear, lo que representa un “claro reconocimiento” por parte de la comunidad internacional sobre las duraderas consecuencias humanitarias de las armas nucleares.
En el mismo evento, Oemwa Johnson, representante juvenil de Kiribati, recordó las explosiones termonucleares realizadas por el Reino Unido y Estados Unidos en Kiritimati entre 1957 y 1962 durante la operación Grapple. Johnson relató cómo su bisabuelo y su abuelo, quien apenas tenía 14 años en ese momento, carecían de refugio adecuado; solo les dieron una manta fina para protegerse los ojos de los destellos.
La exposición a la radiación ha dejado secuelas graves en los supervivientes. Johnson mencionó que su abuelo sufrió pérdida auditiva, deterioro cognitivo y enfermedades desconocidas en su familia. Además, dos hermanos de su padre nacieron prematuramente y fallecieron poco después, mientras que otra hermana murió a los 18 años debido a una enfermedad neurológica no diagnosticada.
El presidente de la Asamblea General, Philemon Yang, instó a todos los Estados Miembros que aún no han firmado el Tratado de Prohibición Completa de los Ensayos Nucleares a hacerlo sin demora. En particular, llamó a aquellos países que participaron en las negociaciones del Tratado en 1996 y poseían tecnología nuclear en ese momento.
“Este paso es crucial no solo para garantizar la entrada en vigor del tratado, sino que también es esencial para nuestra seguridad colectiva”, subrayó Yang.
Los supervivientes han experimentado graves problemas de salud, incluyendo pérdida de audición, deterioro de la memoria y patologías desconocidas anteriormente en sus familias. También se ha reportado que algunos familiares nacieron prematuramente y fallecieron poco después de nacer debido a complicaciones relacionadas con la exposición a la radiación.
Las mujeres han sufrido consecuencias desproporcionadas, como abortos espontáneos, malformaciones congénitas y complicaciones a largo plazo en materia de salud reproductiva.
El presidente de la Asamblea General hizo un llamamiento urgente a todos los Estados Miembros que aún no han firmado y ratificado el Tratado para que lo hagan sin demora, destacando su importancia para la seguridad colectiva.
Oemwa Johnson es una representante de la juventud de Kiribati que habló sobre los efectos devastadores de los ensayos nucleares en su familia y comunidad durante la reunión conmemorativa del Día Internacional contra los Ensayos Nucleares.