Especies en peligro por culpa del Comercio Internacional

Especies en peligro por culpa del Comercio Internacional

jueves 16 de octubre de 2014, 19:14h

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Un equipo internacional de científicos demuestra que la globalización económica es la causa del peligro que corren el 30% de las especies que, desgraciadamente, se encuentran dentro de la Lista Roja de Especies Amenazadas de la Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza.

Especies en peligro por culpa del Comercio Internacional

Dependiendo del café que compres puedes contribuir o no a la extinción de muchos animales, ha afirmado Manfred Lenzen, científico de la Universidad de Sidney (Australia) y primer autor del estudio publicado en Nature a SINC. Por ejemplo, “el mono araña está amenazado por la pérdida de su hábitat debido a las plantaciones de cacao y café en México”, han comentado científicos en su estudio.

Las demandas locales de comida, combustible o espacio han tenido a lo largo de la historia un bajo impacto en el hábitat de las especies-comentan los autores de esta publicación–. La globalización, sin embargo, ha acelerado la degradación de los hábitats muy lejos de los lugares donde los recursos van a ser consumidos.

Barney Foran, coautor del estudio, no esperaba una cifra “tan alta”. El problema es cuando analizamos datos a nivel local. Por ejemplo, en Papúa, Nueva Guinea, Madagascar o Sri Lanka, el comercio internacional es la amenaza de hasta el 60% de su biodiversidad, señala a SINC este coautor.

En este trabajo han relacionado hasta 25.000 especies animales con más de 15.000 productos básicos y hasta 5.000 millones de cadenas de suministro, lo que supone que las naciones del primer mundo (Estados Unidos, Japón, Unión Europea) son los principales responsables del problema.

Las empresas internacionales compiten por precio, el que tiene el precio más bajo, triunfa, se queja Foran y la mayoría de los países pobres no les importa acabar con sus especies si ello les lleva a una mejora de su economía. La responsabilidad de estos hechos es compartida entre los sectores industriales y los consumidores.

“Es difícil regular estas empresas que contaminan y degradan el medio ambiente en países no industrializados” ya que no cuentan con medios suficientes para asegurar el control y estas empresas pueden suponer vida, empleo y desarrollo para la comunidad, afirma Lenzen.

El trabajo proporciona un marco para identificar los productos más peligrosos para la biodiversidad, lo que, en opinión de sus autores, podría servir para que adoptar políticas que afecten tanto a productores, como a comerciantes y consumidores.

Desde el punto de vista de la Organización Mundial del Comercio, se puede añadir un impuesto económico a este tipo de género, lo que permitiría tanto al consumidor como al importador diferenciarlo del resto, expone Foran.

“Lo que se necesita es un etiquetado general y sencillo semejante a un semáforo: verde, naranja y rojo en función de su impacto en la biodiversidad” porque hasta el consumidor más responsable tiene problemas en decidir qué producto es el más responsable, añade.

El primer mundo es el que puede reclamar que se haga un esfuerzo por no atacar la biodiversidad de los países en vías de desarrollo, pero no lo hace porque no ve las consecuencias que su consumo provoca en ellos.

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