Este comportamiento puede explicarse desde el punto de vista de quién dispone de una cámara pero no es fotógrafo. Un fotógrafo observa, ve y visualiza la fotografía que quiere realizar mucho antes de apretar el obturador, lo que incrementa su percepción visual pero, los mundanos como nosotros que nos encanta hacer mil fotografías para subirlas a Twitter, Facebook, Instagram…, estamos disminuyendo nuestra memoria visual.
El experimento en cuestión consistía en proponer a 28 estudiantes realizar fotografías a 15 objetos de un museo y observar otros 15 objetos dentro de ese mismo entorno. Lo que ocurrió, como no podía ser de otra forma, es que los estudiantes recordaban, en un alto porcentaje, más detalles de aquellos objetos observados pero no fotografiados.