Curiosidades de la Naturaleza: El Kiwi marrón

Curiosidades de la Naturaleza: El Kiwi marrón

jueves 16 de octubre de 2014, 19:14h

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Es muy probable que nuestros lectores de mi generación o anteriores aún recuerden a un simpático y veloz pajarito amarillo que aparecía en los tazos de Taz Manía o en unos dibujos animados en los que Taz, intentaba capturarlo infructuosamente. Hoy dedicamos nuestro artículo semanal a este simpático animal que es uno de los símbolos de Nueva Zelanda y tan querido como para que el gobierno neozelandés declarara la vacunación de los kiwis en el caso de que la gripe aviar llegara a la isla.

Para aquellos que no recuerden ya estos dibujos o los más jóvenes que no tuvieron el gusto de verlos, les dejo un pequeño corto de los mismos:

 

El kiwi marrón es un ave endémica de Nueva Zelanda, pero cuyos ancestros se cree por evidencias arqueológicas, que surgieron en el hemisferio norte durante el Paleoceno y el Eoceno,  hace entre 70 y 40 millones de años.

Viven en climas subtropicales, prefiriendo vivir en bosques grandes y oscuros que les permitan un buen camuflaje mientras duermen por el día, aunque también pueden vivir en pastizales. Su medio natural se vio deteriorado con la llegada del hombre, por lo que se ha tenido que adaptar y ahora hacen madrigueras en los terrenos agrícolas debajo de troncos y arbustos cuando antes utilizaban piedras o las riberas de los arroyos para crear sus madrigueras.

Estas pequeñas aves del tamaño de un pollo sólo llegan a pesar 3.5 kg y a medir 50 cm, no pueden volar y son únicas por sus adaptaciones a la vida en el suelo del bosque y por su pequeño tamaño.  Su piel es dura, sus plumas parecen pelo y debido a sus pequeños ojos y su mala visión, la naturaleza les ha dotado de unos bigotes en la base del pico que utilizan como guías táctiles y de un gran sentido del olfato basado en unos orificios nasales situados al final de sus largos picos.

Otra adaptación de estas aves es que no tienen cola y que sus alas de 5 cm no les permiten volar, sobre todo porque sus músculos pectorales están subdesarrollados. Ello les ha obligado a desarrollar las patas para huir en una rápida carrera. Otras de sus curiosas adaptaciones son la columna vertebral pesada y una temperatura corporal de 38ºC que es inferior a la mayoría del resto de aves.

Su estado de conservación es vulnerable de acuerdo a la IUCN, a pesar de que tienen capacidad para reproducirse prácticamente como conejos, pudiendo poner un solo huevo cada 4 o 6 semanas. Esto es debido al desgaste energético que supone esta actividad para la hembra y la pérdida de peso que supone para el macho que llega a perder hasta un tercio de su peso mientras incuba los huevos, lo que les limitaría para un segundo apareamiento tan cercano en el tiempo.

Las hembras son “conformistas” y dominantes ya que permanecen con el mismo macho “mientras no aparezca uno mejor” y son ellas las que dominan al macho, siendo una relación volátil y física.  Son también unas buenas ponedoras de huevos, ya que en relación a su peso corporal sus huevos son los más grandes, llegando a pesar un tercio del peso de la madre.

Las crías al nacer tras once semanas de incubación pesan 325 g, casi la  undécima parte de lo que pueden llegar a pesar en su estado adulto, lo cual les causa dificultades añadidas debido a que la cría dura tan sólo entre 6 y 10 días, tras lo cual se ven a su suerte.

Una vez que “abandonan el nido”, con tan sólo una semana y media de vida o menos, se encuentran en un mundo demasiado rápido para ellos, lo que ocasiona que muy pocos sean capaces de sobrevivir hasta los 12 meses, momento en el que ya han alcanzado un tamaño que les permita escapar de la mayoría de sus depredadores, la mayoría de los cuales fueron introducidos por el hombre a su llegada a la isla.

Una vez que han conseguido sobrevivir a esta fase tan peligrosa, en la que no pueden correr lo suficientemente rápido como para huir de sus enemigos, pueden respirar tranquilos, podrán vivir una media de otros 19 años en estado salvaje o 29 si es en cautividad.

Tímidos, solitarios y de hábitos nocturnos, los kiwis se alimentan durante la noche y se refugian durante el día en forma de pelotas dentro de sus madrigueras y  si alguna vez se ven amenazados atacarán o muy probablemente intentarán escapar a la carrera.

Todas estas características no les impiden ser territoriales e intentar defender un territorio que puede alcanzar hasta 50 has en los casos de peor calidad del territorio y si otro pájaro entra en su territorio los kiwis gritaran advertencias a la misma, avisando que si no se va se deberá preparar para una pelea.

Este singular medio de comunicación parece un silbido prolongado que asciende y desciende ligeramente y varía según el sexo y la edad. Los machos lanzan el grito que ha dado origen a su nombre “kee-wee”, las hembras tienen un grito ronco bajo, mientras que los polluelos suenan como un “clic”. Con él indican su presencia durante la noche, lo cual les ayuda a encontrar pareja y a congregarse, pudiendo llegar a unirse entre seis y doce para viajar.

Otro aspecto curioso de este pequeñito corredor es su forma de alimentarse. Son omnívoros, alimentándose de frutas y animales como gusanos, insectos, cangrejos de rio, anfibios y anguilas, los cuales son capturados mediante perforación del suelo con el pico y dados muerte contra el suelo o las rocas antes de ser comidos. Estas perforaciones sirven de evidencia para saber si se encuentran en una determinada zona.

No sabemos cómo llegaron sus ancestros desde el norte, lo que si sabemos es que no van a poder emigrar y que si el hombre no hubiera pisado la isla o si al menos no se hubiera traído con él a perros, gatos, cerdos, hurones o armiños, su estado de conservación sería mucho mejor dado que entre los perros, los cerdos y los gatos que se alimentan de los adultos y los armiños y gatos que se alimentan de los jóvenes y otros animales que destruyen huevos, no tienen respiro.  Afortunadamente no es que estén especialmente mal, ya que cuentan con una población que desciende pero que alcanza hasta 27.000 ejemplares, lo que no impide que, como hemos dicho, se encuentre en la categoría de Vulnerable de la IUCN.

Por ello, hemos de volver a incidir en la importancia de no introducir ningún animal en ningún ecosistema, por minúsculo e inofensivo que parezca. Son muchos los casos en los que un animal pequeño e insignificante puede convertirse en plaga en otro continente u otro ecosistema.

Curiosidades de la Naturaleza: El Kiwi marrón
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