La Diada 2013 tensa al PSC y CiU

La Diada 2013 tensa al PSC y CiU

jueves 16 de octubre de 2014, 19:14h

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Los partidos catalanes tradicionalmente más votados viven en convulsión desde que Cataluña inició el proceso para convocar una consulta sobre la independencia en 2014 y la Diada lo empeora. 

La cadena humana para reclamar la secesión que la Assemblea Nacional Catalana (ANC) organizada para la Diada de este año ha puesto otra vez a prueba las costuras dentro de la federación mayoritaria de Cataluña, Convergència i Unió, y del que históricamente había sido el segundo partido, un Partit dels Socialistes inmerso en una crisis y que pasa por sus horas más bajas.

La mala salud de hierro de CiU se ve agravada con el proceso soberanista: mientras CDC encabeza la reivindicación independentista, Unió cree todavía en el encaje con España. La división, de raíz ideológica, provoca un terremoto interno a cada avance hacia la consulta. Y la cadena humana ha tensado la federación. Convergència no titubeó: mostró su apoyo desde el primer momento y movilizó toda la maquinaria para que sus bases nutrieran la llamada Via Catalana, que pretende cruzar Cataluña de punta a punta mientras que Unió se desmarcó enseguida: los democristianos enviaron una carta a la organización instándoles a cambiar el lema independentista por uno que hiciera referencia a la necesidad de convocar una consulta, pero la propuesta fue rápidamente rechazada por la ANC.

Las diferencias entre Unió y Convergència llegaron a su punto máximo en agosto, con un intercambio de reproches entre dos de sus dirigentes. En plena polémica, Josep Rull, secretario de organización de CDC, pidió la participación de Josep Antoni Duran Lleida, líder de Unió. La respuesta de los democristianos fue contundente: su vicesecretario general, Toni Font, le instó, vía Twitter, a meterse en sus asuntos.

La federación nacionalista ha supurado la herida, tras las últimas decisiones de Artur Más de no participar, dar vía libre a los consejeros y que la ANC se pronunciase independentista, consciente de que Esquerra la ha desbancado en los sondeos como primera fuerza política.

Justo lo contrario que el PSC, que, en tres años, —también por culpa de la crisis— ha perdido casi todo el poder político acumulado durante décadas.

Y es que la vía soberanista parece haber roto el histórico equilibrio fraguado en los años 70 con la fusión de los partidos que conformaron sus dos almas. La entente funcionó como una seda pero la consulta ha fracturado a la formación, desangrada en público en un ejercicio inaudito en el que las dos partes se han criticado sin piedad.

Pere Navarro, líder del PSC, intentará poner paz. Miembros del partido creen que al PSC no le pasa nada extraordinario: que es el reflejo de las turbulencias que causa en la sociedad catalana su posición ante la consulta.

Navarro se ha significado: ha dicho que quiere votar y para votar no a romper con España. No todos los partidos, como Unió (confederalistas) o Iniciativa (federalistas), partidarios de un Estado propio, lo han hecho.

La división es evidente

Y es que Pere Navarro rechaza la cadena por una cuestión de cajón: él no es independentista,  pero muchos militantes socialistas acudirán, entre ellos Marc Mur, alcalde de Flix (Tarragona) y miembro de la Ejecutiva del PSC.

Una decena de alcaldes socialistas de las Tierras del Ebro también irán. En el PSC existen dos corrientes catalanistas, no registradas oficialmente —Avancem y Fòrum Cívic-Agrupament— que han dado libertad a sus simpatizantes. La medida del conflicto lo da un manifiesto de este último colectivo: aboga porque Cataluña tenga un Estado propio “independiente o no”.

La tensión reside en que Navarro apuesta por la vía federal y una consulta pactada con el Estado, pero más allá de qué votarían en una eventual consulta, los críticos creen que esa vía es papel mojado por la oposición al referéndum de PP y PSOE. 

Antonio Balmón, mano derecha de Navarro, abrió la caja de los truenos y dijo que los críticos “sobraban” en el partido no por sus ideas sino por sus quejas incesantes. La dirección cree que el conflicto se limita a un grupo de exconsejeros del tripartito, sin peso político —el poder está ahora en los alcaldes del Baix Llobregat— como Joaquim Nadal, Montserrat Tura o Marina Geli, con proyección mediática pero sin apoyo real.

Pero el problema es más profundo: el PSC pierde militantes y la fractura ha recorrido como una mecha de norte a sur y desde Girona a Tortosa, las federaciones del partido. Y se refleja en las instituciones: en el Congreso (Carme Chacón se negó a votar a favor del derecho a decidir); en el Parlament (cinco diputados se negaron a votar en contra de la declaración soberanista) y en el Ayuntamiento de Barcelona (el líder del PSC, Jordi Martí, fue el único edil del grupo socialista que votó a favor de ese texto).

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