En 1974, el gobierno local expulsó a los soligas de sus hogares en las colinas de Biligirirangan (Karnataka) para “proteger la vida salvaje de la zona” y se han necesitado casi 40 años para solucionar este problema y hallar la forma de conciliar los derechos de los indígenas con la conservación del medioambiente, consiguiendo que se les permita la recolección, uso y venta de productos del bosque del Santuario del Templo de Rangaswami.
Tras la entrada en vigor de la Ley de Derechos de los Bosques, este pueblo podrá legalmente usar y proteger hasta un 60% del territorio de la reserva y se pone fin a los impedimentos legales que tenían para cazar y cultivar en el interior del territorio.
Stephen Corry, director de la ONG defensora de los derechos de los pueblos indígenas, Survival Internacional, declaró a este respecto que el gobierno indio se está dando cuenta de que los pueblos indígenas son, con mucha diferencia, los mejores conservacionistas y anima al resto del mundo a que los imite y asegura que expulsar a los indígenas es sinónimo de destrucción para los mismos y de desastre para el medio salvaje.
En enero de este año, 1500 soligas creyeron que volverían a perder sus hogares cuando su Santuario fue declarado reserva para tigres con el fin de proteger a 30 tigres. Los soligas insistieron en que ellos eran los que cuidaban de los tigres y que expulsarlos no era la solución, llegando incluso algunos a pedirle veneno al ministro de Medio Ambiente, antes que obligarles a irse.
Tras largos meses de deliberaciones, la razón se impone y permitirán a este pueblo seguir viviendo en paz y armonía.