A cualquier niño o a cualquier adulto que le preguntemos el motivo de la huida de un ratón cuando se encuentra con un gato, habría dicho, incluyendo a un servidor, que huyen de sus garras o alguna cosa similar y nos habríamos equivocado de pleno. No huyen del gato, huyen de su saliva.
¿Su saliva? ¡Qué tontería! Pues no; un estudio dirigido por el profesor Lisa Stowers, del Instituto de Investigación Scripps en La Jolla (California) reveló que tanto gatos como ratas y otros depredadores de los ratones contienen una sustancia química en su saliva que provoca el pánico de los ratones.
La investigación estadounidense descubrió que los ratones cuando detectan este compuesto- la proteína urinaria mayor, que se encuentra también en la orina de las ratas- reaccionan con miedo.
El órgano culpable de esta reacción no es otro que el órgano de Jacobson, que contiene neuronas capaces de detectar las señales químicas y está conectado con la memoria y las zonas del cerebro asociadas a emociones y a la liberación de hormonas (el cerebro reptiliano).
Este órgano es el responsable en muchos mamíferos de la detección de las feromonas y se habría desarrollado en el ratón no sólo para la comunicación entre individuos de su misma especie, sino que también para detectar las señales químicas de sus enemigos, algo muy útil cuando se tienen tantos.
Es este órgano, el que hace que los ratones se queden quietos, como si estuvieran congelados o se mantengan agachados junto al suelo mientras olfatean buscando la fuente de la proteína.
¿Cómo averiguaron esto? Muy sencillo, extirparon el órgano de Jacobson a ratones que no tenían experiencia previa con las ratas y contemplaron su comportamiento delante de una rata previamente anestesiada.
Los resultados fueron evidentes y asombrosos. Ya no es sólo que dejaran de mostrar miedo, sino que alguno se atrevió a tumbarse a dormir junto a la rata.
Si (
No(
