En su visita a Madrid de la mano de IU, Alexis Tsipras repitió en cada una de sus intervenciones públicas ─ con diferentes palabras pero con el mismo sentido ─ esta idea: "La tragedia por la que pasa Europa no se alivia con aspirinas. Los países del sur están pasando por una enfermedad muy grave para la cual, desde hace cuatro años, se les receta la misma medicina. Una medicina que les está haciendo más daño".
Por medicina el líder de la coalición griega Syriza se refería a las políticas de austeridad impuestas desde Bruselas y la Troika (Fondo Monetario Internacional, Banco Central Europeo y Comisión Europea), medidas que, tras reunirse con Cayo Lara y analizar la situación de España, aseguró que eran idénticas tanto para Grecia como para Portugal y España. "Hablando con Cayo me doy cuenta de que nos están aplicando las mismas políticas [...] además, vemos que también nos cuentan los mismos cuentos, que hemos sido unos vagos y que los trabajadores han vivido por encima de sus posibilidades...", dijo. Y es que cambiando los números, que son específicos para cada país, Tsipras parece tener mucha razón en todo lo que dice.
"El año pasado fue aprobada y entró en vigor una amplia reforma del mercado laboral. El nuevo marco legal ha reducido las indemnizaciones por despido, aumentado la flexibilidad de la jornada laboral, ampliado el ámbito de la negociación a nivel de empresa y revisado el sistema de subsidios a los desempleados para incentivar una vuelta al mercado laboral más rápida [...] Más recientemente se ha remitido al Parlamento para su aprobación una nueva reducción de las indemnizaciones por despido".
Este análisis, que nos resulta tan familiar, no se aplica únicamente a la reforma laboral del Gobierno de Mariano Rajoy, sino que también forma parte de una de las revisiones de la aplicación del Memorando de Entendimiento que la Troika impuso a Portugal en 2011 a cambio del rescate, para el Estado, que no para los ciudadanos.
En los últimos años escuchamos hasta la saciedad como nuestros políticos repetían frases del tipo España no es Grecia, al principio, o España no es Portugal, más tarde.
Pero la realidad es tozuda y acaba mostrándose con toda su crueldad y puede que en unos años, lo único que nos diferencie sea la bandera y el idioma porque los planes de ajuste, las reformas estructurales y los programas de estabilidad que llegan desde Bruselas y la Troika están destinados a uniformizar, abaratar y empobrecer las estructuras de los estados periféricos.
Esto es lo mismo que el FMI impuso en América Latina en los ochenta y noventa. Algo que, sin duda, facilitará mucho las cosas a las multinacionales de EEUU, especialmente cuando se firme el Tratado de libre Comercio que tanta publicidad ha empezado a recibir.
Los ejes principales de esa agenda para convertirnos, desde la visión neoliberal del asunto, en países más eficientes, se centran, como bien sabemos, en el trabajo público y privado, en los sistemas de pensiones, en la sanidad, la educación, los programas de protección social, las privatizaciones y liberalizaciones y en el adelgazamiento de las administraciones centrales, regionales y locales, que como vemos son las cosas que nuestro gobierno está retocando para ajustarse a las necesidades impuestas desde el exterior, que terminarán por acabar con nuestro estado del medio estar-pues nunca llegamos a tener un estado tan potente como el alemán, y ya nos le están desmantelando.
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