Esto ha explicado Andrés Gutiérrez de Lara, presidente de la Federación, asegurando además que los cazadores han sido los que han pedido la suspensión de temporada hasta que empiece a llover con normalidad, lo que presumiblemente llegará pronto.
Esta decisión de posponer la temporada de caza debería ser llevada a cabo por las comunidades autónomas que tienen cedida esta competencia, pero en algunos casos se alega problemas de trámites burocráticos y se pide a los propios cazadores que sean ellos los que lleguen a un acuerdo, con lo cual ellos se ahorran tener que variar documentos oficiales.
En otros casos, las comunidades autónomas sí han decidido hacer caso a los cazadores y estudiar el asunto.
Además su presidente ha subrayado la imposibilidad de que los perros salgan al campo a cazar con estas temperaturas y que la sequía debilita a los animales, pudiendo arruinar la salida de cazar al ser el perro el que abata directamente a las presas.
Esta situación, no sólo supone la prolongación de la prohibición de caza, sino que además podría afectar a las próximas reproducciones, lo que está obligando a los propietarios de los cotos a reforzar con agua y comida estas carencias, llegando a tener casi que triplicar el aporte de comida normal.
Mientras no se produzca un cambio climatológico, no se puede cazar. Este año podríamos hacer lo que quisiéramos, dice, pero nadie nos asegura que el año que viene podríamos tener algo que cazar y esto es un “negocio” sostenible.
Por ello, se han aplazado o suspendido las primeras monterías programadas hasta como mínimo el 30 de octubre, lo cual podría retrasarse incluso más si para la semana anterior al plazo marcado la situación no ha variado.
Naturalmente no todos los animales están en la misma situación-puntualizó-la menos perjudicada está siendo el jabalí pero los ungulados se están viendo seriamente afectados.
Tal y como dicen los meteorólogos, parece que esta semana por fin empieza el otoño. Esperemos que la situación se revierta pronto.
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