Tomaron el bastón de mando arrancándoselo de las manos a un Partido Popular que llevaba 24 años ostentándolo. Obtuvieron la confianza de los ciudadanos tras conseguir tumbar un proyecto del PP con el que se pretendía construir una urbanización con campo de golf en una zona protegida.
Su partido se llama Vecinos por Torrelodones y como plataforma vecinal se puso en marcha en 2005. Más tarde, a tres meses de las elecciones de 2.007, se convirtieron en partido donde obtuvieron 4 ediles.
4 años más tarde, ya en 2011, arrasaron con 9 y en sus dos años de Gobierno han saneado las cuentas públicas pasando de un déficit de 497.372 euros en 2010 a un superávit de 2,1 millones de euros en el último ejercicio.
Estos 9 ediles llegaron al poder sin conocimientos en política, pero con una amplia formación universitaria que incluye los idiomas, pues todos manejan entre dos y tres idiomas.
Quitar gastos innecesarios
«En 2011 nos benefició la reducción de un 5% del sueldo de los funcionarios. Eso nos supuso un ahorro de casi un millón de euros. Una de las claves de nuestra gestión es haber reducido los gastos de personal un 50% y los cargos de confianza», detalla Ángel Guirao, el séptimo Teniente de Alcalde que se encarga de las relaciones con los medios de comunicación.
Tres se dedican a la labor política a tiempo completo y el resto lo compagina con sus trabajos. «No hace falta ser muy inteligente para gobernar, solo tener sentido común. Nuestra política de ahorro se basa en ver qué es innecesario», detalla Guirau.
La prensa internacional habla de ellos
Su modelo de gestión ha repercutido en la prensa internacional: Sudáfrica, Brasil, Holanda y Estados Unidos se han hecho eco de este gobierno. Torrelodones ha aparecido incluso en «The Wall Street Journal» calificando el caso de «modelo de limpieza política».
Sus ciudadanos están contentos. Eso dicen desde la Corporación local. No se definen ni «progres» ni conservadores. «Somos un partido municipalista transversal. Todo surgió en una reunión de vecinos. Cada uno pensamos diferente. El café y la comida lo pagamos nosotros. No vamos con un coche oficial a Marbella. Invertimos el beneficio en mejorar la ciudad», sostienen. La formación continuará, pero sus representantes cambiarán. «Si no –dicen–, se corrompe la esencia».
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