Tiburón blanco, de aleta caída

Tiburón blanco, de aleta caída

jueves 16 de octubre de 2014, 19:14h

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El mítico y archiconocido en Hollywood tiburón blanco ha pasado de estrella de cine a ingrediente de sopa, de tal forma que Tailandia y China multiplican la demanda de su aleta lo que perjudica a un animal en peligro de extinción que está viéndose esquilmado por la sobrepesca según varios estudios. Aunque pinta mal, su recuperación es aún hoy reversible, pero requiere que las autoridades lo protejan para no acabar como caldo de sopa o colgante.

Tiburón blanco, de aleta caída

Lleva 16 millones de años en nuestro planeta, algunos de sus antepasados nadaron entre dinosaurios, pero eso no lo ha librado de acabar en una de nuestras ya largas listas de especies amenazadas y es que el artículo de Mizue Hisano, Sean Connolly y William Robins de la Universidad de Cook, concluye que la población de diferentes escualos, entre los que se encuentra nuestro “enemigo”, ha caído en picado debido a una sobrepesca fundamentalmente para elaborar la sopa de aleta de tiburón o por sus muchos y renovables dientes.
Una sobrepesca en la que el 75% de la misma es ilegal y ni siquiera perseguida por los países de origen. Según Connolly resulta muy complicado tener cifras concretas de los que aún sobreviven, porque ni siquiera se informa de las capturas erróneas por lo que tras su captura acaban muertos en el mar.
Según estos investigadores, una alternativa para estimar su población actual se basaría en conocer cómo crecen, sus nacimientos y lo más difícil, su tasa de mortalidad. Esta dificultad los ha obligado a desarrollar modelos estadísticos de dos subespecies: el gran tiburón blanco y el tiburón gris, dando como conclusión que están disminuyendo en todos los océanos del mundo, aunque aún no de forma irreversible.
El problema es que no vamos a poder recuperar su población. La demanda de la sopa de tiburón, que sigue siendo un manjar delicioso en países como Tailandia y China, y el aumento de la calidad de vida de estos países está dando lugar a un incremento de la demanda de este producto que antes sólo se podía permitir una minoría.
En Asia por alimento, algo sin duda comprensible aunque discutible, pero en otras regiones como Sudáfrica, se capturan por sus dientes, simplemente porque se ha puesto de moda su uso como colgante, afirma Sara Andreotti, una bióloga marina italiana que mientras trabaja en una empresa de submarinismo con escualos prepara una investigación exhaustiva sobre el comportamiento y genética de estos singulares animales para la Universidad de Stellenbosch (Sudáfrica).
No se trata de ningún tipo de incoherencia, sino de aprovechar la oportunidad de tomar muestras de ADN e identificar a los ejemplares mientras que sus turistas los contemplan dentro de jaulas. Según sus declaraciones a El Mundo, quedan en Sudáfrica unos 400 ejemplares y a pesar de ello, siguen muriendo en las redes por una moda.
Quedándole aún años para publicar su investigación, Andreotti se une a sus colegas para reafirmar la necesidad de protegerlos, porque podrían pasar a la historia tras millones de años nadando en nuestros mares.

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