#SOS Abeja

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jueves 16 de octubre de 2014, 19:14h

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La próxima vez que una abeja zumbe a tu alrededor, recuerda que muchos de nuestros alimentos dependen en gran medida de la polinización intermediada por insectos: un servicio clave que en la mayoría de los casos es realizado gracias a estos insectos

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De una forma similar empieza el nuevo informe de Greenpeace “El declive de las abejas” donde se muestra que el uso generalizado de plaguicidas está poniendo en peligro el futuro de las abejas y otros polinizadores y con ello a la propia agricultura cuyas producciones se pretende salvar con estos productos.

La importancia no sólo ecológica sino económica de las abejas y otros polinizadores, para la seguridad alimentaria y la biodiversidad, es vital e indiscutible. Los últimos estudios cifran en 265.000 millones de euros anuales lo que supone la polinización solo para la agricultura mundial, alcanzando en algunas regiones de Norteamérica, Asia oriental y Europa un “ahorro” de cerca de 1.200 €/ha.

Si nos fallan los polinizadores la crisis ecológica, alimentaria y económica en que podemos caer tendrá unas dimensiones inimaginables.

El informe muestra cómo la disminución mundial de las poblaciones apícolas puede atribuirse, sin duda, a enfermedades, parásitos o al cambio climático, pero muy especialmente a las prácticas agrícolas industriales. Por este motivo, desde la formación ecologista se hace hincapié en que la prohibición urgente de los plaguicidas tóxicos para las abejas y otros polinizadores es un paso crucial para salvaguardar a estos insectos tan beneficiosos para la vida en el planeta y nuestra forma de entender la agricultura.

Las evidencias científicas ponen de relieve el papel de los neonicotinoides, un tipo de plaguicida altamente tóxico con efectos perjudiciales para las abejas, porque no es sólo que el nivel de intoxicación aguda lleve a la muerte inmediata de las abejas sino que hay varios efectos sub-letales provocados por bajas dosis no letales de estos plaguicidas como efectos fisiológicos, alteraciones del patrón de pecoreo (actividad de recolección de néctar, polen, agua y propóleos en el exterior de la colmena), interferencias en la conducta alimentaria y efectos neurotóxicos en los procesos de aprendizaje. Además, a tenor de lo que muestra esta organización ecologista, la capacidad de las abejas para resistir a enfermedades y parásitos puede estar directamente influenciada por su exposición a estos compuestos químicos.

Desde Greenpeace se han identificado siete plaguicidas prioritarios identificados que deben ser prohibidos debido a su toxicidad extremadamente alta, a los efectos sub-letales y/o sistémicos en las abejas. Entre ellos se incluye al imidacloprid, a la clotianidina, al tiametoxam,al fipronil de BASF, el clorpirifos, cipermetrin y deltametrin. La producción de estos plaguicidas y su uso generalizado en la agricultura genera beneficios titánicos a sus fabricantes, que en algunos casos son los mismos que en las guerras mundiales creaban armas químicas.

La publicación del informe “El declive de las abejas” por parte de Greenpeace, marca, anuncian, el inicio de una nueva campaña europea de Greenpeace para salvar a las abejas y promover la agricultura ecológica, como un enfoque más sostenible y eficaz para la agricultura.

Los países de la UE simplemente no pueden esperar más y deben actuar decididamente prohibiendo total e inmediatamente los plaguicidas tóxicos para las abejas. Los impactos negativos de estos plaguicidas que son tóxicos para las abejas superan con creces cualquiera de sus supuestos beneficios. Las abejas y los polinizadores silvestres son demasiado valiosos para que los perdamos. ¿Quién va a polinizar nuestros cultivos cuando se extingan?

 Por ello, Greenpeace insta a los responsables políticos de toda Europa a las siguientes medidas:

- como primer paso, apoyen la prohibición de tres plaguicidas neonicotinoides tóxicos para las abejas, según lo propuesto por la Comisión Europea el 15 de marzo;

- aprueben planes de acción ambiciosos a nivel europeo para prohibir todos los plaguicidas que son dañinos para las abejas y para el resto de polinizadores y trasladen los fondos destinados a la agricultura industrial a la promoción de la agricultura ecológica.

La agricultura ecológica en sentido estricto produce alimentos sin el uso de productos químicos que dañan a los insectos y utiliza técnicas no contaminantes y con efectos a largo plazo para la protección contra las plagas. 

Aumentar la biodiversidad, atraer a insectos beneficiosos, rotar cultivos, practicar una agricultura mixta e implementar tecnologías disponibles a nivel local bajas en insumos, son aplicaciones de la agricultura ecológica que ayudan a que los cultivos sean menos vulnerables al ataque de plagas y todo ello sin plaguicidas.

Este enfoque alternativo a la agricultura industrial representa la única solución a largo plazo para salvar a las abejas y garantizar la seguridad alimentaria en Europa.

Las abejas y todos los polinizadores en general nos han regalado durante milenios su servicio vital sin pedir nada a cambio. Ha llegado el momento de que seamos nosotros los que hagamos algo por ellas. Ellas están en peligro y nosotros hemos escuchado su llamada #SOSAbejas.  Únete a los que defienden una actitud más responsable para con el planeta. No te calles, difúndelo. Entre todos, somos más fuertes.

Greenpeace ha alertado: la mortandad de las abejas durante el invierno ha pasado del 10 por ciento a una media del 20 por ciento en Europa, en algún caso hasta el 53 por ciento, debido al uso de estos determinados plaguicidas que les son perniciosos.  Salvar a los polinizadores es necesario. Difunde esta noticia.

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