En el mundo animal, el afán por reproducirse y lograr transmitir a las próximas generaciones tus genes puede ser feroz e incluso llegar, en ciertos invertebrados, a casos extremos como el que los machos, tras lograr la copula con la hembra, rompan de forma consciente y voluntaria sus genitales en el interior de la hembra para producir un tapón que impida posteriores cópulas con otros machos.
Sin embargo, lo que en los machos es una necesidad imperiosa, en las hembras se puede convertir en una fuente de desgaste, pues tienen que rechazar a los machos o copular con ellos pese a que con ello puede que no logren transmitir sus genes al estar ya la hembra embarazada o fertilizada. Es por esto que, según revela una investigación publicada en la revista PLos ONE, las hembras de la araña gigante Nephila pilipes, una especie que vive en los bosques de Japón, China, Vietnam, Taiwan, Singapur, Indonesia, Tailandia, Laos, Islas Filipinas, Sri Lanka, India, Papúa Nueva Guinea y el norte de Australia han desarrollado un sistema para protegerse de los encuentros sexuales no deseados o superfluos, a pesar que su tamaño es entre 6 y 10 veces mayor que el de sus machos.
Este hallazgo ha sido descubierto por un equipo internacional de investigadores que decidió dar una vuelta de tuerca al asunto y ver qué ocurría; Estudiaron en condiciones de laboratorio el apareamiento de varias hembras de esta araña con diversos machos, observando que tras un único encuentro sexual no se producían tapones, sino que aparecían durante la puesta de los huevos tras haber copulado la hembra con varios machos.
Según explican los autores, los tapones no se producen hasta después de la fertilización de los huevos. De esta forma se evitan los encuentros sexuales innecesarios que les son a esta especie especialmente costosos en términos energéticos, pues necesitan tener varios apareamientos para lograr una exitosa fertilización de los huevos.
Si (
No(
