El vicepresidente, Nicolás Maduro, ha sido el encargado de dar a conocer el fallecimiento de Chávez. En junio de 2011 le detectaron un tumor y, a pesar de las continuas visitas a La Habana y cuatro operaciones, el cáncer ha podido con él.
Chávez se sometió a radio y quimioterapia, aunque no se dieron a conocer más detalles del tratamiento. La enfermedad del líder venezolano se ha llevado totalmente en secreto, hasta el punto de no dar a conocer qué tipo de cáncer padecía o qué funciones vitales se habían visto afectadas por el mismo.
La muerte de Chávez supone, según prevé la Constitución, la sucesión por parte de Diosdado Cabello hasta que sean convocadas las elecciones.
El pasado 7 de octubre Chávez ganaba las elecciones presidenciales pero nunca llego a jurar el cargo. Ante la imposibilidad física de hacerlo, el Tribunal Supremo del Venezuela le permitió ejercer aunque no pudiese llevar a cabo sus actividades.
El pasado 10 de diciembre Chávez designó como sucesor al vicepresidente: “Si algo ocurriera, que me inhabilitara de alguna manera, Nicolás Maduro no solo debe concluir el periodo, como manda la Constitución, sino que mi opinión firme, plena como la luna llena, irrevocable, absoluta, total, es que en ese escenario, que obligaría a convocar a elecciones presidenciales, ustedes elijan a Nicolás Maduro como presidente. Yo se los pido desde mi corazón”.
Desde ese día y hasta el pasado 16 de febrero nadie volvió a verle, salvo tres fotografías que fueron filtradas en donde aparecía en el hospital sonriente junto a sus hijas y un ejemplar del diario Granma.
Chávez se quiso asegurar, quizá consciente de lo que se avecinaba, para que el régimen no sufriera ningún riesgo: “En cualquier circunstancia, debemos garantizar la marcha victoriosa de la revolución bolivariana, construyendo la democracia nueva, la vía venezolana al socialismo”.
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