De profesión, pastor

De profesión, pastor

jueves 16 de octubre de 2014, 19:14h

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No hay vacaciones, ni fines de semana, pero ser pastor puede que se haya convertido en una opción de vida para los asistentes a los cursos de la Escuela de Pastores de Andalucía, una iniciativa con la que se pretende mantener viva una tradición que busca su futuro.

De profesión, pastor

"Mis amigos me dicen que estoy loca y también que serán los primeros en tener una amiga pastora", dice Andrea Vizcaíno, una joven de 26 años procedente de Valencia que, tras terminar sus estudios de Graduado Social, se ha apuntado a esta escuela pensando en crear una cooperativa con la que poder ganarse la vida "en el campo".

Esta es una de los 22 historias de las personas que han iniciado en el Parque Natural de Grazalema, Cádiz, un curso en el que a lo largo de 528 horas de clases teóricas y prácticas de la mano de técnicos, de pastores y de ganaderos de la zona podrán conocer casi todos los secretos sobre cómo cuidar y mejorar la rentabilidad de una explotación ganadera.

En estas clases aprenderá desde cómo reconocer dentro de un rebaño qué oveja es la madre de una cría hasta cómo y cuándo esquilar o cómo hacer quesos.

Esta es la tercera edición de una escuela que la Consejería de Agricultura, Pesca y Medio Ambiente puso en marcha para poner en valor la figura del pastor, una actividad a la que se dedican más de 20.000 andaluces, según datos de la propia Junta de Andalucía, y cerca de 90.000 personas en España que requieren, en muchos casos, de un relevo generacional.

Este año más de 80 personas quisieron seguir el curso, pero sólo 22 fueron los finalmente seleccionados para participar en esta iniciativa que, además de asegurar el relevo generacional, tiene el objetivo de mantener una profesión que resulta especialmente  beneficiosa para la conservación de los espacios naturales y que, entre otras cosas importantes, ayuda a conservar en buen estado los cortafuegos. De hecho, hay quien dice que para frenar los incendios forestales que asolan año si y año también nuestra tierra la mejor solución sería subvencionar a los pastores por limpiar los montes.

De doctora universitaria a pastor

Al curso asisten alumnos muy variopintos, desde Paquita Ruiz Escuredo, de 31 años, natural de Almoradi y doctora en Agroecología a Marco Antonio Montero, un gaditano de 35 años que de niño ayudó a su padre a cuidar el ganado, una actividad a la que quiere volver tras el parón de la construcción.

"La construcción es un trabajo más cómodo, descansaba los fines de semana", apunta señalando que sin duda lo más duro de la profesión del pastor es que se trata de una ocupación sin fin, "365 días al año, sin descanso" pero que tiene sus ventajas como poder  "estar solo, quitarse de la rutina del pueblo y de la ciudad" y tener "una vida más sana, sin estrés".

Para Paquita Ruiz, la doctora en Agroecologia, la escuela se ha convertido en "una muy buena oportunidad" para aprender un oficio con la experiencia de "un abanico muy grande de pastores" que le podrá servir para formarse para la futura cooperativa cordobesa que está montando con otros compañeros.

Porque parece que si algo quieren cambiar los pastores del siglo XXI es la soledad que tradicionalmente envuelve la profesión.

"Una de la cosas que tenemos que aprender a hacer para revertir el medio rural es que los trabajos solitarios no funcionan”. Los ganaderos no pueden sentirse solos, “la idea es articular colectivos", explica esta futura pastora que cree que su vida será "dura" pero también "muy sencilla y muy agradable" siguiendo el ritmo de los animales y la salida y puesta de nuestro astro rey.

En esta edición la Escuela de Pastores de Andalucía se va a centrar en el sector caprino y bovino, y muy especialmente en dos de las razas autóctonas de la Sierra de Grazalema, la oveja merina y la cabra payoya, y en la puesta en valor de los quesos artesanos de la zona, porque los pastores de nuestro siglo prefieren encargarse de toda la actividad y no sólo del cuidado de los animales en una actividad que hoy por hoy sigue apostando por su supervivencia.

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