Hace varias décadas, El Líbano era denominado, de forma coloquial, la Suiza de los países árabes. Sin embargo, ahora vuelve a enfrentarse a una nueva crisis política esta vez causada por el atentado producido ayer en Beirut que acabó con la vida de ocho personas y dejó heridas a 86 personas. Entre las víctimas se encuentra el jefe de la inteligencia policial del país, Wisam Hasan calificado como “punta del lanza contra el régimen sirio”.
La explosión del coche bomba que acabó con la vida de estas ocho personas tuvo lugar en un barrio cristiano de Beirut. Después de que se produjera el atentado, varios jóvenes salieron a las calles y comenzaron a quemar neumáticos como señal de protesta. El aire se mascaba ya tenso desde hacía varios meses en el país árabe y al final lo peor que podía pasar, ocurrió.
Debido a la gran incertidumbre que generó el ataque y al clima de insostenibilidad, el primer ministro libanés presentó esta mañana su carta de renuncia. Sin embargo, el presidente libio no ha concedido la petición y la ha pedido Mikati que continúe en su puesto para hacer frente a los posibles desencadenantes que puedan surgir después de la explosión del coche bomba. «Le aseguré al presidente de la República que no estaba atado al puesto de jefe de gobierno. Me pidió que me quedara porque no se trata de un asunto personal sino del interés nacional». Estas han sido las palabras del primer ministro libanés, Najib Mikati tras confirmar
que continuaría en su puesto.
El primer ministro ha pedido la creación de un gobierno de unidad para poder hacer frente a esta crisis política abierta en El Líbano. Las expectativas sobre el futuro del país no son del todo esperanzadoras. La prensa libanesa ha asegurado que lo peor todavía está por llegar.
Si (
No(
